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domingo, 10 de diciembre de 2017

CARLOS DANIEL MAZO VÁSQUEZ
Departamento de trabajo social
Universidad de Antioquia
La obra de Enrique Patiño como acto de memoria
Hablar de desaparecidos y sobre todo en un contexto como el colombiano, en su mayoría de las veces remite a la violencia haciendo pensar que estos casos son en su mayoría de desaparición forzada, este pensamiento no es la excepción cuándo se lee un libro como “Cuando Clara desapareció” que inevitablemente conlleva a sacar esa conclusión, pero lo que aquí interesa independientemente  de cómo haya sido la desaparición de Clara es tratar de ver desde nuestra perspectiva cuál ha sido la intención de Enrique Patiño al momento de escribir el libro; en otras palabras, es identificar cómo Enrique Patiño utiliza la memoria para demostrar lo que produjo la desaparición de Clara en la novela “Cuando Clara despareció”.
Para entrever el propósito del autor, seguiremos los siguientes pasos: a) ¿Qué dice la ley y el Estado acerca de los desaparecidos?, b) ¿Porqué escribir?, y finalmente, c) ¿Porqué escribir se convierte en un acto de memoria?
Antes parece pertinente entonces, aclarar algunos datos esenciales sobre el autor y sobre el libro que de entrada permitirán sacar algunas conclusiones. Enrique Patiño es hermano de Clara, protagonista del libro; Clara desapareció en 1991 y aunque no se puede concluir con certeza que su desaparición haya sido forzada, se tienen indicios de que ha sido así y de que ha sido más por tapar hechos de corrupción que del mismo conflicto armado. (Patiño, 2017, p. 100)
a) ¿Qué dice la ley y el Estado acerca de los desaparecidos?
Ahora bien, entrando en la metodología propuesta, habrá que decir que para 1991, año en que Clara desapareció, no se tenían leyes que por así decirlo regularan procedimientos de búsqueda o de control de las personas que se reportaran como
desaparecidas, el mismo libro da indicios de ello cuando cuenta la angustiosa búsqueda que la familia Patiño emprendió cuando al fin tuvieron la certeza de que Clara no volvería, pues se encontraron con el silencio de organismos estatales o gubernamentales que nunca pudieron dar respuesta a ninguno de los reclamos y denuncias que por tan lamentable hecho se hicieron. (Patiño, 2017, p. 51-60).
La gran conclusión a la que pudo haber llegado en ese momento Patiño es la misma a la que hace referencia el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) cuando afirma que el Estado es ineficiente, pues hace omisión y no establece mecanismos adecuados para buscar  a personas víctimas de desaparición forzada (Centro de memoria histórica. 2014, p. 49-51); haciendo una advertencia que aunque no se puede afirmar que es una desaparición forzada, Patiño en su obra hace inferir que esto es lo que pudo haber pasado con su hermana Clara.
La obra de Patiño que indudablemente no intenta dar lecciones de derecho o algo parecido, no debe de interpretarse de manera aislada de acuerdo con este tema, pues es claro en denunciar la falta de mecanismos que no se proveyeron de manera adecuada con la desaparición de su hermana así como con los miles de desaparecidos y asesinados registrados para el año de 1991. (Patiño, 2017, p. 31).
Por eso es fácil reiterar lo que el CNMH dice en su “Balance de la acción del Estado colombiano frente a la desaparición de personas”, pues para ellos es claro que para el año de 1991, año en que Clara desapareció, el estado no tenía leyes claras en cuanto a la desaparición forzada de personas por lo que muchas vidas quedaron en el olvido, y aunque en la actualidad se reconoce la evolución dentro del marco jurídico, lo cierto es que aún el Estado no sabe responder a los interrogantes sobre los desaparecidos antes de la promulgación de estas leyes (Centro de memoria histórica. 2014, p. 49-52).
El Estado colombiano, si bien no ha podido responder a estas denuncias si ha avanzado y de manera significativa en cuanto al tema, lamentablemente ha sido el conflicto armado y no el dolor de estas personas lo que ha forzado por así decirlo al estado a establecer leyes que alertan,  buscan, investigan y protegen a las personas desaparecidas y sus familias.
En cuanto a leyes, el Estado solo vino a promulgar leyes concretas y reales desde el 2000 con la ley 589 de 2000 que establece mecanismos de búsqueda, la responsabilidad de los diferentes organismos, que hacer cuándo se encuentra al desparecido sea vivo o muerto , como alertarse en caso de peligro, entre otros (Centro de memoria histórica. 2014, p. 59-102), que para este ensayo no es preciso profundizar.
Hasta ahora podemos decir entonces que la familia Patiño siguió el conducto regular que indudablemente fue insuficiente y que termino por tener el tema de la desaparición de Clara como algo normal en la familia, lo que tristemente llamamos resignación pero que para un miembro de la familia Patiño no quedó allí, él quería ir más allá de lo que su familia hizo y de lo que lógica pero tristemente, el Estado no hizo; él escribió y aunque aparentemente puede parecer muy insignificante este hecho, este ensayo a partir de este triste y cruel antecedente dará cuenta de que tiene gran valor el escribir.
b) ¿Porqué escribir?
El arte de escribir es casi tan antiguo como el de hablar, es una herramienta de la comunicación que permite plasmar sentimientos, opiniones y pensamientos que dan cuenta de nuestra forma de ver la vida y del norte al cuál queremos conducirla; esto es lo  que hizo Patiño, el decididamente se sentó a escribir, con lo poco o mucho que sabía de su hermana logró plasmar y contagiar al lector, consiguió lo que Paul Ricoeur llama la identidad narrativa, pues logra que el lector se ponga en los zapatos de los personajes indiferente de si han experimentado o no dicha situación (Ricoeur, P. 1999).
Patiño lo que hace en su obra es contar una historia de vida, la historia de su familia, de su hermana, de su dolor, de su angustia, de su mamá, de su papá, de su sobrina, pues “Hablar de un quien en el relato  es contar la historia de una vida”. (Ricoeur, P. 1999 p. 24).
Para poder comprender lo que quiere expresar el autor, es necesario adentrarse y leer lo que está allí, solo así podremos comprender finalmente la teleología de lo que está escrito, ya que este tipo de relato incitan e invitan a no quedarse con una mirada superficial que solo dé cuenta de lo que dice el texto, Enrique Patiño escribe con la finalidad de que quién lo lee comprenda no solo las palabras sino todo el jaez secuencial que se traduce en experiencias, emociones y sentimientos  de lo que él ha plasmado, aunque muchos de los hechos que allí están escritos probablemente de deban a la imaginación del escritor. (Ricoeur, P. 1999 p. 16).
Es por esta misma razón que al leer a Patiño no se puede suprimir nada de lo que está allí, es decir hacer una lectura fragmentada de la novela, pues todo lo que está escrito tiene una finalidad, adquiere una identidad, los personajes siempre tienen algo que decir, algo que mostrar al lector, por eso aunque el relato en muchos de sus fragmentos sea ficticio, siempre va a adquirir una identidad que la misma narrativa le da. (Ricoeur, P. 1999 p. 221).
Por eso Enrique Patiño escribe, para demostrar algo, él quiere decir algo a quien lo lee, podría decirse incluso que es una forma de denuncia que sobrepasa el marco de lo legal para introducirse en lo mágico, en lo que es intangible pero se puede experimentar, trata de cargar con el dolor que no es solo suyo para transformarlo por medio de la escritura, es en mi  concepto una de las respuestas al porque escribe el autor esta novela; la otra respuesta se revela en cuanto a la principal finalidad del escrito en mi opinión que es hacer una acto de memoria a Clara que se extrae de todo lo anteriormente vivido  y que se convierte en denuncia y en clamor.
c) ¿Porqué escribir se convierte en un acto de memoria?
Si algo ha demostrado la historia de por sí llena de conflicto y violencia en Colombia es que la literatura se convirtió en testimonio memorial que narran todo el acontecer nacional, que rescatan del olvido y denuncian lo prohibido. Entre las novelas y demás que se adhieren a este sentimiento se pueden encontrar: “El olvido que seremos” de Héctor Abad Faciolince; “Cóndores no entierran todos los días” de Gustavo Álvarez Gardeazábal; “Cien años de soledad”, “El general en su laberinto” de Gabriel García Márquez; “Demasiado héroes” de  Laura Restrepo y “cuando Clara desapareció” de Enrique Patiño, entre otras; todas obras excepcionales que retratan la historia, configuran al lector con el personaje, y finalmente en varios casos, recrean la historia personal de quien escribe (Ortega Valencia, P. 2015, p. 44).
Al escribir, siempre hay una motivación ese es en último término lo que lleva al autor a realizar este acto. (Ortega Valencia, P. 2015, p. 42).
Surge pues la pregunta de por qué escribir se puede considerar un acto de memoria que surge incluso desde lo más profundo del pensamiento como una evocación al ser que se busca, a la palabra no encontrada y al consuelo que pasa desapercibido, a un presente que cada vez se presenta con más intensidad pues:
El testimonio como expresión de la memoria posibilita el recuperar la ausencia del momento o de la realidad perdida, junto con sus protagonistas, que al haber visto, vivido, sentido, se convierten en trasmisores de realidades ocultas, pues al estar narrando están viendo su presente a pesar de que los acontecimientos ya hayan pasado. (Ortega Valencia, P. 2015, p. 42)
Escribir es un acto de memoria en el que siempre se van a encontrar dos actores, quien escribe y de quien escriben, es decir, el desaparecido (Ortega Valencia, P. 2015, p. 50); no se puede entender el uno sin el otro, ambos forman la totalidad de un texto que hace pensar que quién escribe no quiere callar, no quiere olvidar, no quiere sumirse en el silencio de no despertar así sea en la psique, en la imaginación, en su memoria, el recuerdo de quien ya no está.
El escribir como acto de memoria es un grito que nace de lo más profundo de las motivaciones interiores que generan las experiencias de violencia que se han vivido, por lo tanto, un acto de memoria es un grito al corazón de la sociedad que se traduce en una súplica más que en una denuncia, en un ruego más que en incriminaciones sociales y personales, en una interpelación en la que todos los lectores nos tenemos que preguntar, cuestionar y analizar el porqué Colombia está como está. Escribir como acto de memoria es por tanto un ejercicio de análisis que recuerda los asuntos del pasado y que han de estar orientadas al cese de la violencia en todas sus manifestaciones (Ortega Valencia, P. 2015, p. 134).
Escribir como acto de memoria lleva al autor y el leer al lector a sumirse en un grito que ha permeado a las víctimas y al pueblo, un grito que hace que ni la muerte, ni la desaparición, ni la incertidumbre tengan señorío en la sociedad el grito del ¡Nunca Más! (Ortega Valencia, P. 2015, p. 121), que hace que quien escriba reclame con una voz significativa un derecho que le ha sido negado, un reencuentro que le fue postergado, una verdad que le fue desviada, una justicia que no ha llegado y una reparación que parece abstracta en una Colombia llena de víctimas rodeadas de tristeza y dolor.
 De cómo describe Ricoeur lleva al perdón y sin entrar en contradicción, es una llave al olvido, un olvido que sana las heridas del pasado sin dejar de recordar al protagonista de lo escrito, escribir desde la hermenéutica que hace Ricoeur es un acto de perdón que conduce a la grandeza. (Ricoeur, P. 1999 p. 27).
A modo de conclusión, la intención de Enrique Patiño es clara al escribir pues, la memoria como acto puede ser entendida como un ejercicio práctico que más que recordar permite traer a un contexto tanto hechos pero preferiblemente personas y en este caso especifico una persona desparecida, Enrique Patiño recuerda a su hermana, denuncia lo que pasó e indudablemente trata de encontrar respuestas que le han sido esquivas.
Patiño escribe para no olvidar, para no callar, para no desaparecer nuevamente a Clara, para no poner punto final a una historia que no debió terminar así, una historia que aún no tiene punto final. (Patiño, 2017, p. 202).



BIBLIOGRAFÍA
Patiño, E. (2017). Cuando Clara desapareció. Bogotá: Alfaguara.
Ortega Valencia, P. Castro Sánchez, C. Merchán Díaz, J. Vélez Villafañe, G. (2015). Pedagogía de la memoria para un país amnésico. Bogotá. Universidad Pedagógica Nacional.
Centro Nacional de Memoria Histórica (2014). Balance de la acción del Estado colombiano frente a la desaparición de personas. Tomo IV. Bogotá: Imprenta Nacional.
Ricoeur, P. (1999). Historia y narratividad. Barcelona: Ediciones Paidós.










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